miércoles, 22 de septiembre de 2010

El puente colgante

Partamos de la premisa de que todos los seres humanos necesitamos límites en nuestro crecimiento. No lo digo porque seamos unas bestias, ni no tengamos un autocontrol, simplemente pienso que en nuestra crianza hemos tenido algunos límites que nos han convertido en seres humanos medianamente "normales". Aclaro: medianamente.

Es cierto también, que muchos padres de nuestra generación hemos sido/somos extremadamente complacientes, relajados, permisivos, generosos o como quieran decirlo con respecto a los límites que les hemos puesto (les ponemos) a nuestros hijos. Algunos ya pueden dar fe del buen éxito o poco éxito de la estrategia utilizada. No obstante, creo que todos la tenemos clara: en la crianza, los límites son básicos.
Esta imagen es buena: tienes que cruzar una distancia entre dos puntos usando un puente, la caída no sería mortal. Hay dos puentes, uno destartalado, con algunas maderitas que le faltan, tiene barandas. El otro está nuevo, es obviamnete más seguro, no tiene barandas. Por instinto, está confirmado que escogeremos el primero...
Tengo en mí grabadas las palabras de MAYA quien a los 18 años se "largó" de su casa con lo que tenía puesto después de una fuerte discusión: es que a mí... me faltaron límites, me dijo. cuando me los quisieron poner, ya era tarde y hasta ridículo.
Como dice la vieja y sabia frase: todo extremo es malo...

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