martes, 18 de enero de 2011

Siendo honesta

Debo confirmar públicamente que: no puedo servir a dos señores. Puesto que como bien se desprende de esta antigua máxima, siento que no puedo cumplir bien con ambos.

Por ello, he optado con quedarme con el primero... el entrañable, el terapéutico. Abandono este Blog porque no puedo mantener actualizados ambos a la vez: Vida en el aula y Enpuntomuerto. Aunque ustedes no lo crean es tremenda responsabilidad, al menos para mí. Los que me conocen saben que generalmente soy especialmente metódica y esto no me está funcionando.

Pido disculpas a los suscritos pero simplemente mudo mis reflexiones a un solo hogar, o sea que los espero en http://www.enpuntomuerto.blogspot.com/, tengo ya una sección dedicada al área educativa en la que prometo seguir publicando mis reflexiones vinculadas con este tema tan vinculado a mi vida, esencial en mi vida.

Me han pedido, algunos lectores, que publique en Enpuntomuerto algunos de los post de Vida en el aula; prometo hacer una pequeña selección para no ser repetitiva con ciertos temas y no aburrir doblemente a nadie...

Gracias!

viernes, 10 de diciembre de 2010

Preparando a nuestros hijos para las vacaciones...

Les dejo, antes de cerrar el año escolar, algunos "tips" para que los vayan conversando con sus hijos ahora que queramos o no... están sueltos en plaza durante el verano. Suele ser ese período donde ellos se encuentran más sometidos a la presión de grupo, presión que a veces los condiciona a hacer cosas contra su propia voluntad...presión que vulnera sus principios y por ende, la educación que queremos darle...

¡Buenos vientos acompañen la empresa!

1.- CHEQUEA LA SITUACIÓN

A. Mira y Escucha
Este paso te enseña a mantener los ojos y oídos abiertos a cualquier situación que esté ocurriendo a tu alrededor. Escucha con mucha atención como te hablan tus amigos.
¿Te están tratando de dar dinero para que hagas algo que no quieres hacer?
¿Están jugando con tu amistad?
¿Te están llamando por nombres o apodos que no te gustan?
¿Te están amenazando?

B. Pregúntate:
¿Me voy a mantener en problemas?
Puede ser que lo vayas a hacer esté rompiendo la ley.

2.- TOMA UNA BUENA DECISIÓN

A. Compara los dos lados ( Si lo hago vs. No lo hago)
¿Cuáles son las consecuencias positivas?
¿Cuáles son las consecuencias negativas?

B. Luego decide: “lo hago o no lo hago”

3.- REACCIONA PARA EVITAR PROBLEMAS

A. Qué Debes Decir:
1) Di que no.
2) Da la vuelta y vete.
3) Ignora.
4) Haz una excusa.
5) Cambia el tema.
6) Actúa como un chistoso.
7) Actúa sorprendido.
8) Sugiere otra idea.

FORMAS DE RECHAZAR LA PRESION DE GRUPO

NECESITO APRENDER A DECIR QUE NO:

(Ejemplo: En una pelea)

 Pregunta - ¿Alguien resultará golpeado?
 Nombra al problema – “Son personas problemáticas”
 Consecuencias – “Al estar en el lugar del problema, podemos correr el peligro de involucrarnos”.
 Alternativas – “Busquemos algo sano”, “Practiquemos algún deporte”


RAZONES PORQUE LA GENTE PELEA:

• “Evitar la pelea es difícil”
• “Yo no puedo quedarle mal a mis amigos”
• “Si no peleas, te seguirán molestando”
• “Si peleo voy a ser respetado”
• “Quiero ser popular”
• “La violencia no es prevenible”
• “Nosotros no podemos cambiar este comportamiento”


DIEZ FORMAS PARA RECHAZAR LA PRESION DE GRUPO:

1) Simplemente decir no.
2) Retirarse.
3) Ignorar.
4) Inventar una excusa.
5) Cambiar de tema.
6) Hacer un cuento.
7) Actuar sorprendido.
8) Dar elogios.
9) Dar una idea mejor.
10)Devolver el desafío.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Buen humor en familia -Ricardo Regidor-

Existe un dicho que afirma que "los hijos son la alegría del hogar". Y, sin embargo, todos los que tienen hijos pequeños -y no tan pequeños- han experimentado la tensión continua que supone el esfuerzo por educar bien a los hijos. Efectivamente, nuestros hijos necesitan autoridad y disciplina, pero la infancia también necesita un tiempo para reírse. Casi puede decirse que nuestros hijos se encuentran en la edad de la risa: fácil,espontánea, continua, por naderías... feliz.

Cuando son pequeños se encuentran en el período sensitivo para hacer del buen humor una forma de ser, una postura ante la vida. Fomentárselo les ayudará a contar con recursos para superar problemas y disgustos. Nuestros hijos han de ser capaces de enfrentarse a las dificultades de la vida, pero también han de ser capaces de recordar su infancia como una época feliz, unos años de risas continuas (junto a nuestra exigencia, que también es igual de necesaria). Y, para ello, hay que aprender a reírse en familia.

Los hijos necesitan un ambiente en el que, habitualmente, se esté de buen humor. Y, cuando no es así, ese hogar va cayendo poco a poco en un sopor parecido a la tristeza, que nunca es productiva ni libera en nada de los problemas. Sin embargo, sí podremos reconocernos más en aquellos padres que llegan cansados de trabajar y que lo único que les apetece es ver el partido de la televisión, leer el periódico o dormir.

Pero para ganarse el afecto de los hijos es necesario que nosotros colguemos los problemas en el perchero, al entrar a casa. Y lo mismo que nos proponemos besar a nuestra mujer o marido al llegar, también nos decidamos a sonreír. Estar de buen humor no cuesta tanto y, además, es mucho más gratificante. Hay que esforzarse por sonreír, aunque a veces se haga difícil. Así acabará por enraizarse en el carácter un sólido sentido del humor.

En definitiva, los hijos aman a aquellos que tienen tiempo no sólo para enseñarles, sino para divertirse con ellos. Por lo tanto, podemos buscar las mil y una ocasiones que presta la vida normal para convertirlas en carcajadas, es decir, para reírnos con nuestros hijos.

El humor y el optimismo son factores formidables para avivar la inteligencia. Propón a tus hijos que organicen ellos una salida familiar, o una tarde especial... pero estate también dispuesto a aguantar de todo con sonrisa y buen humor. Puede ocurrir que los chistes que cuenten los hijos no te hagan gracia. Al menos, puedes intentar escucharlos y reírte para que poco a poco vayan aprendiendo a soltarse. Es un buen medio para que se acostumbren a hablar en público.

Hay que enseñarles a disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas presentes en la vida. Hacer de un simple paseo dominical toda una aventura, disfrutar de la conversación o de una cena... Para todo ello, hay que pasarlo bien en familia.

Los hijos necesitan un ambiente en el que, habitualmente, se esté de buen humor. Y, cuando no es así, ese hogar va cayendo poco a poco en un sopor parecido a la tristeza, que nunca es productiva ni libera en nada de los problemas.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Buenas maneras

Hay límites que definitivamente cuesta establecer, y no estoy hablando de límites de disciplina ni de nada que se le parezca. Límites que son casi invisibles, límites que se confunden con el deber y el amor. Esos límites son bien confusos para quienes somos padres, porque me queda claro una vez y otra vez: somos, en una gran parte, artífices de lo que nuestros hijos muestran en el día a día.

Una de las cosas que me llama la atención hace años, por ejemplo, es la falta de cortesía de los chicos. Ceder asiento, dejar pasar al adulto primero, saludar, decir gracias, pedir por favor. Las reglas básicas de convivencia, que no tiene por qué llegar a los niveles de nuestro recordado Carreño van desapareciendo para dejar lugar a la prepotencia y malacrianza (gran palabra, por cierto). Llama la atención ahora, esos detalles de alumnos que saben decir: buenos días y gracias. Detalle que el otro día señalaba una colega: ¿alguna vez han contado cuántos alumnos los saludan cuando se cruzan en la mañana con ustedes en el patio? Reflexión inmediata: saludarán a sus padres al levantarse, al acostarse, agradecerán el desayuno en casa, a quien les ordena el cuarto, el regalo, el dinero....

No... tenemos una generación que EN SU MAYORIA sienten que se lo merecen todo, que aquello que tiene cae del cielo y por tanto... no tiene valor. Del mismo modo, tampoco entonces tienen valor aquellas personas que están aldedor suyo y que merecen ciertas actitudes de cortesía mínima.

En el grupo social al que pertenece un gran grupo de ustedes, lectores, recordamos todavía las lecciones de Barney y sus "good manners"... y seguramente insistimos mucho en que nuestros hijos replicaran como letanías el por favor, el gracias y los buenos días... Y seguramente, los que leen esto no tienen problemas con sus hijos en esos aspectos...

¿Cómo haríamos? Porque de hecho, Carreño y de paso Frida Holler se cortarían las venas...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Diez lecciones que aprendemos de nuestros hijos

10 Lecciones que aprendemos de nuestros hijos (agrego, siempre y cuando tengamos el criterio de interiorizar esas lecciones; el subrayado es nuestro)
Por Cecilia Fontaine T.

Antes de que los hijos nazcan, los padres se ven a sí mismos como unos profesores de por vida. Le enseñarán al hijo a andar en bicicleta, a leer lo que leían de chicos, a ser generosos y honestos. Lo que no se imaginan es lo mucho que los niños enseñarán a sus padres, al enfrentarlos a cientos de situaciones nuevas con las que aprenderán sobre su ser más profundo, su relación con los demás y el mundo en general.

Si bien la primera lección que los niños dan es demostrar la fuerza del instinto paternal, también enseñan otras leyes de la vida:

1. El amor es infinito.
Pareciera ser que, de alguna manera, cada nuevo hijo crea su propio espacio en nuestro corazón y nos damos cuenta de que tenemos cada vez más amor que darles porque es infinito.

2. No controlamos todo.
Los niños, desde un comienzo, nos enseñan a esperar la inesperado, sobre todo cuando se trata de planear nuestra vida. El secreto es ser flexibles con nuestros planes. Mientras antes aprendamos a ser flexibles ya tener en cuenta todas las circunstancias que pueden cambiar, nos sabremos tomar la vida mejor. El humor es un buen remedio. Saber reírse y decir "para otra vez será", ayuda a evitar las frustraciones.

3. Todos tenemos nuestro lado oculto.
Los niños nos exponen a situaciones nuevas que nos hacen reaccionar de una manera que uno jamás pensó: rabia, impaciencia, frustración. Afortunadamente, aprendemos también que uno puede experimentar un sentimiento, sin actuar de acuerdo a él. El autocontrol es una importante lección que se tiene que desarrollar rápidamente desde que el hijo nace.

4. Nuestros propios intereses pasan a segundo plano.
Con los niños, los padres aprenden a postergarse. ellos exigen todo nuestro tiempo y dedicación. Se asumen responsabilidades y exigencias. Nuestra prioridad cambia: ahora son ellos lo más importante en la vida.

5. Los niños no son clones, son individuos distintos a nosotros.
Hay que aprender a respetar las diferencias, personalidad y carácter de cada hijo. No podemos tratar de que nuestros hijos sean iguales a nosotros. Conocerlos tal cual son y quererlos por eso, ayudándolos a mejorar sus puntos débiles ya resaltar sus virtudes, es el deber de los padres.

6. Nadie espera que seamos perfectos.
El amor incondicional de los niños es una recompensa que nos conforta día a día. Si nos equivocamos y se nos pasó la mano con el enojo, ellos nos hacen sentir que no fue tan grave. Tenemos que tener presente que no somos perfectos y que nadie nos está exigiendo que lo seamos. Mañana trataremos de controlarnos más y seremos mejores. Ojalá pudiéramos ser así con ellos a la hora de sus errores.

7. No hay que juzgar a los demás.
Los niños enseñan a no juzgar a los demás según cómo son como papás. Especialmente nos hacen entender muchas actitudes de nuestros propios padres, que antes criticábamos. Dejamos así de exigirle a los demás cosas que nosotros no podemos cumplir con nuestros hijos. Esta es una importante lección que se puede aplicar en todos los ámbitos de la vida.

8. Vivir el momento.
Los niños, especialmente de chicos, son los reyes en mostrarnos el valor de tomarse las cosas con calma. Si vamos a pasar la tarde con ellos, hay que guardar el estrés y la ansiedad, y saber que, para que todos lo pasemos bien, no queda otra que ir al ritmo de ellos.

9. No se termina de aprender.
Con los niños nunca se deja de aprender. Cada etapa es distinta y cada hijo es diferente, por lo que tenemos que ser de una manera o de otra con cada uno. Esto nos plantea un desafío enorme como padres, pero también nos da una inmensa recompensa: el cariño de los hijos.

10. Los niños nos despiertan virtudes olvidadas.
Los hijos nos hacen conocemos mejor, sacar facetas de nuestra personalidad que nunca creímos tener y nos motivan a ser mejores personas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Juventud, divino tesoro -publicado anteriormente en "Enpuntomuerto"

Una amiga mía repite lo que les voy a contar con frecuencia, y va a adivinar que me refiero a ella cuando lea esto. Le dice a sus alumnos que están con una enfermedad, que tienen un defecto encima: la adolescencia. Y en parte, no deja de tener razón "sonoramente" puesto que "adolecen" de algo. (DRAE, causar dolencia o enfermedad/ cargar con un defecto) -no tomar en cuenta la ortografía en este caso, por favor-.

En el largo camino hacia la madurez, los adolescentes van descubriendo un mundo repleto de posiblidades y empiezan a jugar con la libertad que ahora creen les pertenece para hacer lo que les provoca. En ese camino, van aprendiendo que no es así. Con pena hay algunos adultos que lo siguen creyendo y practicando.

Uno de los aspectos que los "agarra" desprevenidos (a pesar de las clases de educación sexual que imparten en la mayoría de los colegio) es cómo manejar ese "milkshake de hormonas" que tienen por dentro y los carcome desayuno, almuerzo, comida, despiertos, dormidos, en los momentos menos indicados... Tarde o temprano, lo manejan medianamente bien: física, emocional y hasta académicamente.
Hoy quiero compartir con ustedes algo escrito por un adolescente al cual jamás tuve el gusto de conocer (estimo que debe ser muy divertido) , salvo por la prueba escrita que tuve que revisar -como Evaluadora Externa de su institución- .

Las palabras que van a leer no han sido editadas o sea que prepárense: son tan precisas y reales que terminan siendo una verdadera delicia.

siendo un adolescente, lamento informarle que mi mente tiende a encontrarle un significado sexual a absolutamente todo (al igual que mis compañeros). Así que, al poema... le he encontrado una connotación sexual y lo analizaré por siguiente.

A buen entendedor, pocas palabras.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Una de Icaro

Icaro es un chico maravilloso, sensible, sano, adolescente. A veces se olvida de algunas cosas, a veces confunde tareas, a veces hace comentarios inadecuados... Icaro pide atención directa e indirectamente cada día.

Pero queremos que Icaro sea perfecto, los estándares a los que llega no son los que esperamos. Sus padres le ponen la valla muy alta y él, como buen Ícaro trata de volar alto, alto, alto pero sabe -más que sus propios padres- que sus alas se van a derretir y cuando cae no sabe cómo justificar la caída...empieza a enredarse en un rollo de excusas y pequeñas mentirillas que caen de (in)maduras.

Volvemos a nuestros hijos estos Ícaros que no llenan nuestras expectativas; nunca hay suficiente para nosotros que como padres repetimos la cantaleta de: puedes hacerlo mejor... Y ojo, no estoy hablando de los ociosos a los que jamás vemos hacer esfuerzo alguno en su vida. Hablo de mi Ícaro, en particular, que trata pero no llega. La presión atmosférica -casera, digamos- le pesa tanto sobre los hombros que le impide disfrutar sanamente de su juventud. Tiene retos altos y el deber de cumplirlos.

Vuela Ícaro, encuentra tu pasión y vuela libre hacia ella...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Artículo de Gastón Courtois: Adolescencia, etapa difícil

* Llega a una edad en la que el niño deja de serlo y no es todavía un adulto. Edad en que se produce una especie de ruptura de equilibrio en vista de un equilibrio nuevo y de la conquista de la personalidad, que harán poco a poco de este niño no sólo un joven o una joven, sino tal joven -chico o chica- determinado. Resulta de esto un período de crisis que comienza, en general, hacia los trece años y que puede durar dos o tres.

* Con frecuencia, en este período, los padres, que han olvidado por completo lo que a ellos mismos les pasó, se sienten desorientados, porque no reconocen ya a sus hijos. Lo primero que ha de hacerse es no asustarse. Se trata de una crisis normal, que pasará con tanta mayor rapidez y facilidad cuanto más los padres se esfuercen en comprenderla.

* El adolescente, que deja de ser un niño, comienza por tener una crisis de emancipación. No quiere formar parte del mundo de los pequeños; no quiere ya ser tratado como un niño; no les gusta que le hagan decir sus lecciones; no quiere que se le mande por la noche a acostar; se molesta por la menor observación, sobre todo si se la hacen delante de hermanos y hermanas más pequeños.

* Este deseo de emancipación es la manifestación de un progreso natural en vías de evolución. Sería en vano y peligroso intentar dominarlo por la fuerza.

* En esta edad, que se llama impropiamente "la edad ingrata", no les es suficiente que los quieran, y -hecho que desconcierta mucho a las madres- hasta los abrazos, los mimos, las manifestaciones de cariño familiar, los encuentran indiferentes, si no son hostiles. Lo que ellos quieren es no sólo ser amados; es amar por sí mismos y elegir sus amistades, naturalmente, fuera de su casa.

* Son capaces, a la vez, de un egoísmo casi cínico para todo lo que concierne al cuadro familiar y de una abnegación espléndida fuera; por los pobres, por un ideal, por un movimiento político o religioso.

* Hay que darles ocasión de contribuir activamente en las decisiones comunes relativas a la casa: cuestiones adinistrativas, comida, entre otros. Será un medio de dominar razonablemente la exagerada tentación de evadirse del hogar familiar.

* En términos generales, eviten burlarse, "cochinearlos"; muestren comprensión de sus errores. Así se conserva la autoridad moral, de que tanta necesidad tienen, sin que lo sepan, para ayudarlos a canalizar en buen sentido las fuerzas nuevas y magníficas que los encaminan hacia la edad adulta.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Historias para compartir...

Una de las secciones de este Blog llevará por título Icaro y Maya. En ella, les iré contando algunas historias memorables de mis alumnos (Ícaro) y de mis alumnas (Maya). En los veinticinco años de enseñanza he visto a muchos chicos y chicas cuya actitud vale la pena compartir, básicamente por ser ejemplificadoras. Los nombres provienen, como es obvio, de la mitología griega. Ambos son seres divinos, jóvenes, aventureros, arriesgados...
Maya es cualquier chica que camina por la calle, preocupada de la opinión de los demás aunque quiera aparentar que no es así y que vive a su aire. Demanda, al igual que Ícaro, la atención de todos sus pares e igualmente, necesita a gritos reafirmar que sus padres y profesores la toman en cuenta. Ícaro le interesa pertenecer a la manada, aunque para ello tenga que hacer tonterías...
Los padres solemos decir que todas las Mayas son iguales y que todos los Ícaros también lo son, y peor aún: que el que nos tocó a nosotros es el peor... Hay que escarbar un poquito, nada más, para darnos cuenta de que vivimos un enorme error. Puesto que cada Maya y cada Icaro son únicos e irrepetibles.

Ojo, que para los que no lo saben, he trabajado en una universidad, en un Instituto, en una Academia pre-universitaria y hace varios años en la sección secundaria de un colegio privado. De ahí que tratar de identificar en mis historias a alguno de estos personajes será inútil...

miércoles, 6 de octubre de 2010

Calibrando brújulas

Uno de los campos más fértiles en donde las discusiones encuentran lugar para divertirse a su antojo es la educación de los hijos. Aquí empiezo de nuevo a entrar en terreno minado y peligroso porque de hecho más de uno se podrá sentir identificado y por ende... ofendido con lo que diga. Lo siento, pero es verdad.


Cuántas veces ha ocurrido que un padre/madre hace algún comentario o da una orden a su hijo/a y su pareja lo mira con cara de total desaprobación, esa mirada que se traduce en : ¿Cómo se te puede ocurrir haber dicho/ hecho tal burrada? U otra que es más común, el hecho de llamar eternamente la atención a los chicos por algo que no es tan grave y la pareja en cuestión te mira como diciendo: ¿No te cansas de jorobar al pobre chico con el mismo tema? o su versión más directa ¿Por qué no lo dejas en paz?


Ahí pues surge el gran problema, se forman los equipos. Uno de los miembros de la pareja es el malo y otro hace migas con la criatura en cuestión.... Una dinámica taaaaaaaaaaaaaaaaaaan familiar, taaaaaaaaaaaaaaaaan común, taaaaaaaaaaaaaaaan cotidiana. No obstante, justamente esa "normalidad" condiciona que tengamos adolescentes confusos, con límites blandos.



Adolescentes que no saben que un NO es un NO. Adolescentes que resientan la autoridad de sus propios padres. A ello, podemos agregarle lo que una gran amiga me comentaba que la relación de pareja se resiente porque estamos diciendo todo el día "tú haces tal y tú no haces cual" (madre y padre, normalmente). Peor aún, si los padres viven separados, ocurre que a veces (ojo que no estoy generalizando ni prejuzgando) el que vive con la criatura (y generalemente educa) es el malo de la película y otro, el que visita es el permisivo, el cariñoso...



La educación de los hijos termina siendo un problema de muchas aristas, pues cada miembro de la pareja cree tener la fórmula perfecta que se basa en esta premisa: a mí me criaron así y no salí muy mal que digamos.... Y no nos damos cuenta de que salimos con más defectos de los que somos capaces de aceptar y queremos repetir el mismo modelo en nuestros hijos pensando que es el mejor...y así surge la imagen de unos padres tirando la carreta para cada lado y convirtiendo a los chicos en una suerte de Túpac Amaru...


Hay que hacer el intento de calibrar nuestras brújulas, y que ambas (la de padre y madre) se dirijan al mismo Norte, pues que estas se orienten con una dirección personal y quizás opuesta es un gran peligro.