Un buen amigo de mis tiempos escolares me sugirió escribir sobre este tema: Tu sensación de exalumna / recuerdo de alumna. ¿Te ves (te crees ver) en alguna de tus alumnas? ¿Te ves muy diferente?
Aquí mis reflexiones.
Cuando estoy parada del otro lado de mi escritorio (pupitre –palabra en desuso-) y hago un esfuerzo por recordar cómo me sentía en mi rol de chiquilla y cómo veo ahora a quienes ocupan un lugar similar en el salón de clase, confieso que tengo que hacer un ejercicio mental de interiorización que resulta divertido, complejo y hasta doloroso.
Al igual que mis alumnos estuve en un colegio mixto, y al igual que ayer veo que los sentimientos de desorientación están latentes, son los mismos pero viven otro entorno. Pero al decir parecidos, yo misma dudo porque el origen de esas desorientaciones, angustias y miedos pueden ser diferentes. ¿En qué nos parecemos? En querer pasar por encima del límite, en creer que somos la última chupada del mango y nos sentimos con la capacidad de tomar decisiones recontra inteligentes.
Aquí mis reflexiones.
Cuando estoy parada del otro lado de mi escritorio (pupitre –palabra en desuso-) y hago un esfuerzo por recordar cómo me sentía en mi rol de chiquilla y cómo veo ahora a quienes ocupan un lugar similar en el salón de clase, confieso que tengo que hacer un ejercicio mental de interiorización que resulta divertido, complejo y hasta doloroso.
Al igual que mis alumnos estuve en un colegio mixto, y al igual que ayer veo que los sentimientos de desorientación están latentes, son los mismos pero viven otro entorno. Pero al decir parecidos, yo misma dudo porque el origen de esas desorientaciones, angustias y miedos pueden ser diferentes. ¿En qué nos parecemos? En querer pasar por encima del límite, en creer que somos la última chupada del mango y nos sentimos con la capacidad de tomar decisiones recontra inteligentes.
Las chicas somos iguales cuando no sabemos qué ponernos, amargarnos cuando nos vino la regla el fin de semana que no debía y hacer de cada detalle insignificante una tragedia en nuestra vida. Verán que las mujeres de adultas no cambiamos mucho. No obstante, ahora siento más fuerte el sentimiento de "mírenme, aquí estoy". Todas quieren ser únicas: todas son iguales. Se des-cubren más, tienen más senos (¿serán las hormonas, serán los sostenes, será el material más strech?), creo que un 99.99 % tienen pelo largo, laaaaaaaaaaaaaargo, tienen un problema con su cuello dado que mueven la cabeza de un lado al otro mientras su cabellera sigue el ritmo... para nosotras era "cha.. qué bebe..." para ellas es: "ya pueeeeeeeeeeeeées" (chequear dónde he pueste la tilde). Los chicos no se quedan atrás siendo similares a lo que yo veía en mi amigos, toman a escondidas como cosacos volviéndose hombres por un segundo, creyéndose los gallos del gallinero y tratando de mostrar que manejan sus hormonas como les da la gana… Tienen músculos mucho más desarrollados que los adolescentes de antaño y están MUCHO más pendientes de su aspecto físico.
Tanto chicas y chicos hablan de ropa, de nutricionistas, de quién les gusta, con quién gilean, de su vida social, de “reus”, de sus excesos, de sus reglas, pero entre todos, con todos y para todos. Usando una gama de vocabulario maravillosamente prolífica y sin distinción de ningún tipo. Sin embargo, ante sus padres su palabra baúl es: normal. Tienen una vida millones de veces más expuesta porque así lo han decidido: basta con mirar algún Facebook. Hay menos límite y quizás menos pudor –en el que a veces se cruza la raya con mayor facilidad- un límite que nosotros como padres no hemos logrado establecer con paciencia y sabiduría. Cuando este intento ha sido impositivo, no ha funcionado del todo. Estos chicos suelen reclamarlo todo... su capacidad argumentativa es enooooooooooooooorme. Eso no creo que haya cambiado mucho, pero ahora estamos al otro lado en el sistema comunicativo.
Las chicas son las mismas si las miramos desde dentro, siempre estará la comedida, la tímida, la mandada, la que chapa con varios y la que nunca ha chapado. La que ya se emborrachó más de una vez, la que miente descaradamente, la lorna, la que cubre a las amigas, la acusete. La que parece pero no es, la que es... y no parece. Al final, todas conflictivas de una u otra manera. Los chicos, por su parte también son los mismos si los miramos desde dentro, el matón, el que quiere pasar piola, el lorna, el débil que trata de mantenerse encubierto, el que quiere ser y no puede (conocido como el wannabe, existiendo la versión femenina), el churro que se sabe churro, el bueno, el lindo, el que se embomba en todas las reus…
Ellos no son los distintos, somos los padres de mis alumno que por millones de razones hemos tenido, que educar a nuestros hijos de manera más improvisada que planificada. Los cambios tecnológicos, el estilo de vida, y hasta la política económica a veces nos hace dudar de que si la regla que dimos ayer es la adecuada. La rapidez con la que vivimos nos trae abajo más de lo que nosotros como adultos podemos aceptar.
Sin embargo, rescato un detalle, si fuéramos distintos en esencia no nos veríamos ni por asomo reflejados en nuestros hijos, repitiendo los errores que nosotros cometimos y sobrellevando/ disfrutando de una de las etapas más conflictivas de vida.
Ojalá que esto conteste a la pregunta de una u otra forma.
Me pregunto que clase de chica fui yo...
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